Pestañas

San Francisco de Asís

 

       

San Francisco de Asís ​ fue un santo umbro, diácono, ​​fundador de la Orden de Frailes Menores, de una segunda orden de Hermanas Clarisas y una tercera conocida como tercera orden seglar, todas surgidas bajo la autoridad de la Iglesia católica en la Edad Media. 

 

Nacimiento: Asís, Italia en 1181-1182
Fallecimiento: 3 de octubre de 1226, Asís, Italia
Festividad: 4 de octubre​​
Canonización: 16 de julio de 1228, en Asís, por el papa Gregorio IX

 


Siglo XII, Un cambio de época:

Francisco nace en una época marcada por cambios, en la sociedad, el feudalismo había empobrecido todo, el campo no daba medios de vida, así que se fue abriendo paso una sociedad burguesa, comerciante y urbana, la vida empezó a girar en torno a las ciudades, uno de los elementos que configuran más el ambiente de esta sociedad es el comercio, y sobre todo el dinero. También se respiraba en la sociedad un ambiente caballeresco, los nuevos ricos aspiraban a ser caballeros y servir a los grandes señores, creyendo que luchaban por la justicia y por el derecho.

A nivel eclesial, el clima general es de una Iglesia prisionera del pasado, hay intentos de reforma, pero poco se hace, quien más se mueve es el propio pueblo cristiano a través de diferentes movimientos espirituales laicales.

Sin duda todo este cambio de época marca los comienzos y el proceso de Francisco, hijo de su tiempo.


Nacimiento, familia y juventud:

Dicen sus biógrafos que su madre le puso el nombre de Juan, pero que su padre cuando regresó de Francia lo llamo Francisco, por lo bien que le había ido con el comercio en aquellos lugares.

Su padre se llamaba Pedro Bernardone, comerciante en tejidos ricos, hombre de negocios, con mercados fuera del país, con una autentica mentalidad capitalista, esta visión del dinero como base esencial del rango social será la causa de todas sus disensiones con Francisco, a quien pretendía como sucesor en el negocio. Los primeros biógrafos silencian el nombre de su madre, pero la biografía de los tres compañeros lo cota como Pica y otra biografía más tardía dice que la mujer de Pedro Bernardone se llamaba Juana, posiblemente su nombre fue el de Juana y su sobrenombre Pica, gentilicio que provine de Piccardia, región de Francia, así se mostraría el origen Frances de la madre de Francisco.

En la juventud Francisco fue preparado para sucesor de su padre, adorado y querido en su casa y consentido en sus extravagancias y derroches, vanidoso en el vestir, es un joven mercader, formado ya para el negocio familiar, amante del lujo y del buen vivir.

Dice una de sus biografías: “ejercicio el oficio de su padre, pero de forma diferente: mucho más alegre y generoso que él, dado a juegos y cantares, de ronda noche y día por las calles de Asís con un grupo de compañeros; era tan pródigo en gastar que cuando podía tener y ganar lo empleaba en comilonas y otras cosas…Mas que generoso era en todo derrochador” (TC 2).


Guerras y prisión:

        Su sueño de grandeza le lleva a ir a la guerra en 1202, contra la población vecina de Peruggia, en la batalla de Collestrada, la ciudad de Asís es derrotada y Francisco es apresado y pasa en la cárcel un año. Al volver cae enfermo, pero aparentemente, no pasa nada, nada cambia, continúa entre trabajos y fiestas, quizás en el fondo queda una primera desilusión.

En 1204, se alista de nuevo para la guerra a las órdenes del Conde Gentile, sueña con ser caballero, en vísperas del viaje tiene un sueño: un palacio lleno de armas y trofeos de gloria, con una hermosa esposa.                                       

Se dirige hacia la guerra, ahora hacia el sur, la Puglia, pero en Espoleto sucede algo.


El sueño de Espoleto:

         Algo ocurre en Espoleto: “…en Espoleto se sintió enfermo. Empeñado, con todo, en llegar hasta la Puglia, se echó a descansar y semidormido oyó a alguien que le preguntaba a dónde se proponía caminar. Y como Francisco le detallara todo lo que intentaba, aquel añadió: ¿quién te puede ayudar más el señor o el siervo? Y como respondiera que el señor, de nuevo le dijo: ¿por qué, pues, dejas al señor por el siervo y al príncipe por el criado? Y Francisco contestó: Señor, ¿qué quieres que haga? Vuélvete, le dijo, a tu tierra y allí se te dirá lo que has de hacer”. (TC 6).

Vuelve a Asís en un estado de gran postración hasta caer fuertemente enfermo.

Estos sueños de grandeza económica y social comienzan a tambalearse, algo distinto, comienza a abrirse paso: “¿Señor que quieres que haga? Ya no piensa en el “yo quiero” sino comienza a preguntarle a “Otro”, ¿qué quieres que haga?, desde este desencanto existencial, parece que también se abre en Francisco una especie de “desencanto social”. En este periodo, se sitúa unas tímidas aproximaciones a los márgenes sociales: da limosna principalmente, cambia su armadura con un caballero autentico, pero pobre, Francisco atisba una nueva realidad: la angustia del mundo de la ciudad, rico en promesas y engañoso para tantas personas, las miserias que oculta.


En búsqueda:

Desde ahora comienza otra búsqueda, Francisco busca el silencio y la soledad, aunque está de nuevo en Asís, aparece con sus amigos, pero va detrás, callado y meditativo. Sigue mirando generosamente a los pobres, pero no está alegre como antes. Se retiraba frecuentemente y casi a diario a orar en secreto. Comienza a saber lo que ya no quiere ser, pero todavía no sabe lo que quiere ser, está en búsqueda.

Peregrina a Roma, busca algo distinto, allí en Roma toma las ropas de un mendigo y pide limosna a la puerta de una Iglesia. Quiere probar lo que es pedir limosna por amor a Dios, lo que es mirar la vida desde otra perspectiva, totalmente todo lo contrario a lo que había soñada hasta ahora.


Encuentro con el leproso:

“Un día yendo a caballo por las afueras de Asís Francisco se cruzó por el camino con un leproso; haciéndose gran violencia, baja del caballo, y le da una moneda y un beso. A los pocos días también volvió al hospital de los leprosos y con cada uno repitió el mismo gesto” (TC 11).

Tuvo que ser muy importante este encuentro de Francisco con el leproso, ya que lo narra al principio de su Testamento: “Como estaba en pecados, me parecía muy amargo ver leprosos. Y el Señor mismo me condujo en medio de ellos y practiqué con ellos la misericordia. Y al separarme de los mismos, aquello que me parecía amargo se me tornó en dulzura de alma y cuerpo”.

El leproso seguía siendo en la edad media el prototipo del marginado social, sin ninguna asistencia médica y viviendo fuera de las ciudades, nadie se quería acercar a ellos.


Encuentro con el crucifijo de San Damián:

        “Ante la imagen del Crucificado en la capilla de san Damián, una  nueva luz le penetra. Un día que caminaba por allí cerca se siente impulsado a rezar. Tras largo rato mirando aquella imagen, sintió que el mismo Cristo le decía, Francisco, ¿no ves que mi casa se derrumba? Anda pues y repárala” (TC13)

Este hecho del encuentro con el Cristo de San Damián lo lleva a tener una ruptura con el mundo del dinero. Se va a Foligno con muchas telas de la tienda y a caballo; vende todo allí, incluso el caballo, y el dinero adquirido se lo da a un sacerdote en san Damián, que no quiere aceptarlo, a la vez que le pide quedarse a vivir allí.


Deja sus vestidos:

Tras los hechos acontecidos en Foligno, el padre de Francisco lo lleva a juicio ante el Obispo de Asís. Allí y ante todo el pueblo Francisco en un gesto simbólico muy propio de la cultura medieval, entrego el dinero que tenía a su padre, se desnudó y le entrego también la ropa.

De esta forma simbólica rompía y rechazaba públicamente con todo un esquema de valores que la ciudad y su familia le habían proporcionado, confiándose a otro nuevo fundamentado en la persona de Jesús y en los márgenes sociales.

“Oídme todos y entenderme: hasta ahora he llamado padre mío a Pedro Bernardone; pero como tengo propósito de consagrarme al servicio de Dios, le devuelvo el dinero por el que está tan enojado y todos los vestidos que de sus haberes tengo; y quiero desde ahora decir: Padre nuestro que estás en los cielos y no padre Pedro Bernardone” (TC 20).


Un nuevo proyecto de vida:                     

          Francisco comienza a vivir en san Damián, vestía habito de ermitaño, llevaba bastón y calzado y se ceñía con una correa. Él no quería ser ni clérigo ni monje porque le situarían como un “mayor” y tuvo claro desde el principio que quería ser y permanecer “menor” en la sociedad y en la Iglesia.

Un día en la eucaristía escucho el evangelio de la misión Mt 10, Francisco descubrió que este texto daba forma concreta a sus inquietudes y aspiraciones, la misma forma de vida de Jesús y sus discípulos.

Mientras restaura la pequeñita Iglesia de san Damián, le llegan sus primeros compañeros Bernardo y Pedro.

Dice Francisco en su testamento: “Y después que el Señor me dio hermanos, nadie me mostraba que debía hacer, sino que el Altísimo mismo me revelo que debía vivir según la forma del santo Evangelio…”.

El número de hermanos crece, las bases sobre las que se apoya este primer grupo son: la oración, trabajo, pobreza para sí, disponibilidad para los demás a los que hay que ayudar material y espiritualmente, visitas frecuentes a las iglesias y respeto a los sacerdotes, exhortaciones públicas a la penitencia evangélica, toma de conciencia de que algo nuevo está gestándose en aquella sociedad. Así nació la fraternidad.


Los primeros años:

          El número de hermanos ha crecido, algunos podían pensar que esta nueva forma de vida se podía parecer a la de los herejes. Francisco quiere permanecer en la Iglesia por ello decide viajar a Roma, para que el Papa le apruebe su forma de vida.

Presento en Roma su forma de vida y el Papa Inocencio III se la aprobó, así Francisco salió de Roma con el gozo de ver confirmado por la Iglesia su género de vida evangélico. 

Al volver de Roma se instalaron a unos ocho kilómetros de Asís, en Rivotorto, de allí tuvieron que salir porque un labrador quería meter el burro en la misma cabaña, después se fueron a Santa María de los Ángeles o Porciúncula, eran lugares escogidos, cerca de la ciudad para ir a trabajar y a predicar y lejos del ruido para la oración, el modo de ganarse la vida, el trabajo manual.

En estos primeros años e incluso antes aparece una mujer Clara de Asís, que, seguro que estaba al tanto de lo que estaba sucediendo con Francisco, aquí solamente haremos referencia de que son dos vidas inseparables, en una sola forma de vida, con matices distintos, pero con un mismo ideal, el evangelio. En otro apartado hablaremos de ella y su forma de vida.


La Orden de hermanos menores:

Posiblemente nunca pasó por la mente de Francisco el fundar una orden, pero así fue. Los hermanos llegaban de todas partes y aumentaba cada día más el número. Tenían capítulos, para decidir algunas cosas, pero cada día era más evidente que necesitaban una Regla para esta nueva forma de vida.

En 1219 Francisco decide ir a Tierra Santa, para sufrir el martirio, Francisco quiere predicar el Evangelio en este lugar. Con otro hermano marcha a Damieta (Egipto) donde los cruzados asedian la ciudad, Francisco se presenta allí, sin armas, solo con la palabra, consigue ver al sultán Melek- Al-Kamel y predicar en la corte de dicho sultán, dicen que nació una cierta amistad entre ellos.


La regla:

Francisco escribió tres reglas, la primera en 1210, se trata de un conjunto breve de textos evangélicos, esta regla, por desgracia no ha llegado hasta nosotros.

La 1 Regla o regla no bulada, Francisco se vio empujado a escribir, hacia 1221, esta regla. Las paginas de esta regla estaban llenas de citas evangélicas y de sus experiencias de vida cristiana que él creía eran importantes para mantener la opción primera bien viva. Pero esta regla no gustó, los hermanos querían algo más concreto, claro, normativo.

La 2 Regla, si fue bulada por el Papa el 29 de noviembre de 1223 y es la actual Regla de los Hermanos Menores, es mas breve que la primera y mas normativa. En este escrito las pautas evangélicas se reducen a lo nuclear, pero están bien presentes en ella.


El final del camino:

Los tres últimos años de la vida de Francisco fueron años de sufrimiento no solamente por la enfermedad física hay que sumar otro más sutil y significativo: el que venía de los mismos hermanos.

La navidad en Greccio en 1223, “unos quince días antes de la navidad del Señor, el bienaventurado Francisco le llamó, como solía hacerlo con frecuencia, y le dijo: «Si quieres que celebremos en Greccio esta fiesta del Señor, date prisa en ir allá y prepara prontamente lo que te voy a indicar. Deseo celebrar la memoria del niño que nació en Belén y quiero contemplar de alguna manera con mis ojos lo que sufrió en su invalidez de niño, cómo fue reclinado en el pesebre y cómo fue colocado sobre heno entre el buey y el asno». En oyendo esto el hombre bueno y fiel, corrió presto y preparó en el lugar señalado cuanto el Santo le había indicado”.

“Llegó el día, día de alegría, de exultación. Se citó a hermanos de muchos lugares; hombres y mujeres de la comarca, rebosando de gozo, prepararon, según sus posibilidades, cirios y teas para iluminar aquella noche que, con su estrella centelleante, iluminó todos los días y años. Llegó, en fin, el santo de Dios y, viendo que todas las cosas estaban dispuestas, las contempló y se alegró. Se prepara el pesebre, se trae el heno y se colocan el buey y el asno. Allí la simplicidad recibe honor, la pobreza es ensalzada, se valora la humildad, y Greccio se convierte en una nueva Belén. La noche resplandece como el día, noche placentera para los hombres y para los animales. Llega la gente, y, ante el nuevo misterio, saborean nuevos gozos. La selva resuena de voces y las rocas responden a los himnos de júbilo. Cantan los hermanos las alabanzas del Señor y toda la noche transcurre entre cantos de alegría…”                                                                

        La llagas en el monte La Verna en 1224: “Dos años antes de su muerte, próxima ya la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, estando una mañana en oración en la falda del monte Al Verna, se le apareció un serafín con seis alas, que exhibía entre ellas la figura de un hermosísimo hombre crucificado, con las manos y los pies extendidos en forma de cruz…al desaparecer la visión, quedo su alma prendida de un admirable ardor de caridad, y en el cuerpo apareció la impresión, todavía más admirable, de las llagas del Señor Jesucristo” (TC 69).

Francisco muere la noche del 3 de octubre de 1226, en Santa María de los Ángeles o la Porciúncula, sin nada, quiere que lo entierren desnudo, en la tierra desnuda.

          Al día siguiente, el cortejo fúnebre se encaminó hacia san Damián y después a San Jorge, donde fue sepultado. Fue canonizado el 16 de julio de 1228. Sus restos se encuentran en la Basilica de San Francisco en Asís. ​