Pestañas

María Jesús, María Verónica y María Felicidad Masiá Ferragud

 

Mártires de Algemesí 

 

Virgen y Mártir
Muerte: Valencia (España) el 25 de octubre de 1936
Orden: Clarisas Capuchinas
Fiesta: 25 de octubre
Beatificación: Por San Juan Pablo II el 11 de marzo de 2001

 

Ante la violenta persecución religiosa, tras el alzamiento militar en España del mes de julio de 1936, las cuatro hermanas religiosas y además hermanas de sangre: tres clarisas capuchinas del convento de Agullent, María Jesús (María Vicenta), María Verónica (María Joaquina), María Felicidad (María Felicidad), y su hermana Josefa Masiá Ferragud, religiosa agustina del convento de Benigánim, se refugiaron en casa de su madre María Teresa Ferragud de 84 años, haciendo vida de comunidad, completamente entregadas a la oración, hasta que fueron arrestadas por los milicianos.

María Teresa Ferragud Roig nació en Algemesí (Valencia) el 14 de enero de 1853. Mujer piadosa y sencilla, se casó a los 19 años con Vicente Silverio Masiá; de oficio agricultor era un hombre bueno y piadoso, con el que compartía la convicción de forjar una familia fundada en los valores de la fe.

El Señor concedió al matrimonio Masiá Ferragud nueve hijos, a los que educaron con cariño y dedicación. Las responsabilidades que implicaba atender y educar a su numerosa prole y a su esposo, no fueron obstáculo para que María Teresa participara diariamente de la celebración de la Santa Misa, de la que se nutría para poder vivir el amor en su vida familiar.

Fue devota también del Santísimo Sacramento, del Sagrado Corazón de Jesús, del rezo diario del Rosario; mujer caritativa, ayudaba a los más necesitados a través de la Conferencia de San Vicente de Paul, la cual llegó a presidir. María Teresa entendió que la fe era para la vida y su vida era fundamentalmente ser esposa y madre.

Los testigos hablan del fervor y recogimiento que reinaba en su casa. Era voz común que “en su familia eran todas unas santas”. La abundante floración vocacional con que Dios la bendijo confirma esa opinión. Su único hijo profesó como capuchino con el nombre de Serafín de Algemesí y cinco de las seis hijas ingresaron en conventos de clausura. María Vicenta, María Verónica y María Felicidad lo hicieron en el convento capuchino de Agullent (Valencia); otra, de nombre desconocido, en San Julián de Valencia; y nuestra María Josefa en las agustinas descalzas de Benigánim. Sólo Purificación quedó en siglo. El padre murió el 31 de julio de 1916.

María Vicenta nació el 12 de enero de 1882 y fue bautizada el mismo día en la iglesia parroquial de San Jaime Apóstol de Algemesí. A los 18 años ingresó en el convento de Clarisas Capuchinas de Agullent (Valencia), tomando el nombre de María Jesús, y profesó el 26 de enero de 1902

María Verónica, nació en Algemesí (Valencia) el 15 de Junio de 1884 y fue bautizada al día siguiente. Ingresó en el monasterio de Clarisas Capuchinas de Agullent (Valencia), vistiendo el hábito el 18 de enero de 1903.

María Felicidad, nació en Algemesí (Valencia) el 28 de Agosto de 1890. Vistió el hábito en el monasterio de las Clarisas Capuchinas de Agullent (Valencia) el 17 de Abril de 1909. Emitió los votos perpetuos el 26 de Abril de1913.

Josefa de la Purificación Masiá Ferragud, Raimunda nació en Algemesí (Valencia) el 10 de junio de 1887. Hizo sus estudios primarios en el colegio Santa Ana de su pueblo. De joven llevó una vida retirada como todas sus hermanas, y muy pronto se sintió llamada a la vida religiosa. El 2 de febrero de 1905 vestía el hábito de agustina descalza en Benigánim (Valencia), tomando el nombre de Josefa de la Purificación; al año siguiente pronunciaba sus votos. En el convento descolló por su amor a la vida religiosa. Sus compañeras destacan su laboriosidad, silencio y espíritu de pobreza. Fue priora de la comunidad durante un trienio (1932-35) y al estallar la guerra desempeñaba el oficio de maestra de novicias.

La tarde del 19 de octubre fueron detenidas por el comité de milicianos de Algemesí, llevándoselas junto a su madre María Teresa, que no quiso abandonarlas, al monasterio de Fons Salutis, que servía como cárcel. Allí pasaron una semana esperando la muerte. Los carceleros intentaron apartarlas de su consagración con halagos y promesas, pero ellas rechazaron indignadas sus propuestas.

A las 10 de la noche del día 25, fiesta de Cristo Rey, las cargaron en un camión y a la entrada de Alzira, en el término conocido con el nombre de “Cruz Cubierta”, las fusilaron una tras otra. Los milicianos habían pensado comenzar con la madre, pero la intrépida heroína les rogó que comenzaran con sus hijas y luego podrían seguir con ella. “Quiero saber qué hacéis con mis hijas. Si las vais a fusilar, matadlas primero a ellas y después a mí. Así moriré tranquila”.

Y después, a ejemplo de la madre de los Macabeos, volviéndose hacia sus hijas las alentó a no traicionar en el momento de la prueba el amor del esposo. “Hijas mías, sed fieles a vuestro esposo y no consintáis en los halagos de los hombres”. Momentos después veía cómo los cuerpos de sus hijas rodaban uno tras otro por el suelo, víctimas del plomo asesino.

Un testigo declara que también las animó con estas palabras: “-Hijas mías, no temáis, esto es un momento y el Cielo es para siempre”. Cuando le llegó su turno, los milicianos la increparon: -“Oye vieja, ¿tú no tienes miedo a la muerte?”.

Pero ella contestó: “Toda mi vida he querido hacer algo por Jesucristo y ahora no me voy a volver atrás. Matadme por el mismo motivo que a ellas, por ser cristiana. Donde van mis hijas voy yo”.

Los milicianos llevaron los cuerpos de las cinco mártires al cementerio de Alzira. El 2 de julio de 1939 fueron trasladados al de Algemesí. Luego los sepultaron en la cripta del convento de Fons Salutis y, por último, el 16 de abril de 1961, los depositaron en la iglesia parroquial de San Pío X de la misma localidad, donde descansan actualmente.

En diciembre de 1958 el proceso sobre su martirio confluyó, a ruegos del postulador de los agustinos recoletos, en el del capuchino Aurelio de Vinalesa y compañeros mártires, y el 13 de abril del año siguiente el arzobispo de Valencia dio por concluida su primera fase. Siendo beatificadas por Juan Pablo II el 11 de marzo de 2001, junto a un numeroso grupo de mártires de la Comunidad Valenciana, 233 en total, 50 de los cuales eran hermanos y hermanas de la Familia Franciscana.

Fuente: www.religionenlibertad.com